viernes, 9 de julio de 2010

Metáfora de la depresión



La depresión es uno de trastornos que afectan la vida de todas las personas alrededor del mundo sin importar su estatus social, edad, cultura, ni raza de procedencia. Comúnmente las personas que más padecen de este trastorno son los que llevan a cabo una vida muy rutinaria en donde el trabajo y la cotidianidad crean en el individuo conceptos y preguntas de introspección que sugieren su cuestionamiento sobre su importancia o posición en el mundo. El estrés uno de los autores de la depresión, ya sea por incontables razones como el trabajo o los conflictos familiares que provocan en los seres humanos un sentimiento de introversión emocional que les impide expresar sus verdaderos sentimientos y comprender su esquema psíquico que ilustran las verdaderas razones del porque no se acepta a sí mismo ni a las acciones del medio que lo rodea. Se podría comparar a la depresión como a una persona que se encuentra en una habitación completamente cerrada en donde poco a poco comienza a inundarse de agua, y en donde el peligro de quedar completamente sumergido es casi inevitable, faltando el aire esta se encamina a una muerte lenta y segura que sin duda alguna es un proceso de autodestrucción en donde el iniciar con el descuido de la apariencia y la higiene personal es uno de los primeros pasos, seguido del abandono de las actividades cotidianas como: el trabajo, la recreación, la búsqueda de la sociabilidad trayendo como consecuencia el aislamiento hacia el mundo.

La visión en blanco y negro de un depresivo es caótica y constante basándose en muchos casos en un ir y venir de sentimientos confusos hacia el medio que lo rodea, por ejemplo la sensibilidad emocional es más delicada lo que hace al individuo más anuente a lo que las personas a su alrededor opinen de el. El buscar la salida de esa habitación es el primer paso para la superación de este sentimiento, en otras palabras el buscar ayuda profesional, puede ayudar a estas personas a darse cuenta en la verdadera situación en la que se encuentran y lo oscuro que percibía el día aunque este en realidad estuviera claro.

Los propios pensamientos del depresivo son la principal fuente que impulsa los autoconceptos de baja autoestima y desvalorización personal, dando como producto la construcción de barreras que el individuo se crea para no valorar sus aspectos positivos de si mismo y de su existencia, ni tampoco de su capacidad para lograr superar todo obstáculo que se le presente en su diario vivir. Debemos hacer notar que la persona depresiva debe contar con el apoyo necesario, es decir de aquella o aquellas personas que lo ayuden a salir del poso en donde se encuentra, pero es importante que al ayudarlo no lo haga bajando hasta el poso para sacarlo, si no más bien alcanzándole los instrumentos necesario para que pueda salir por su cuenta, esto quiere decir que debemos ayudar a estas personas a sentirse bien consigo mismas y a buscar su auto aceptación, al mismo tiempo como deben aprender a mirar sus áreas positivas para sacar un provecho de estas. Es muy importante que el depresivo aprenda a ir escalando por su cuenta el poso ya que depende más de él si quiere volver a ver la luz del un nuevo día. No obstante debe estar preparado por si al estar escalando se resbale y vuelva a caer en un cruel principio del cual una segunda vez haría más difícil el tratar salir ya que los golpes de la caída harían más doloroso el nuevo intento de escapar, en otras palabras evitar el volver a rumiar esos pensamientos negativos son la mejor forma de procurar el no tropezar y caer de nuevo, en donde hábitos negativos podrían adjuntarse a la situación, como por ejemplo el uso de drogas, bebidas alcohólicas, o lo que es peor lo intentos de automutilación el cual es muy común en lo jóvenes que buscan una doble acción desesperada de llamar la atención y desahogar la acumulación emocional que sienten mediante el dolor.